Con frecuencia Noemí y Serafín salen juntos en la foto para dar noticia de sus arduas negociaciones y rematan el ciclo propagandístico felicitándose por los acuerdos alcanzados. Con esos acuerdos, la CAC obtiene una subida del precio de la vivienda protegida, avales o importantes cantidades de dinero público.
Lo que no encontramos en las noticias son los beneficios que de estos acuerdos obtiene la Consejera de Vivienda a cambio de esos millones de euros que le da a la CAC (aumentar el precio de las viviendas que compra la consejería o ayudar a los constructores a deshacerse de su stcok no son precisamente beneficios para la Consejería de Vivienda o para los ciudadanos, y es lo único que transciende).
A veces, los administradores de lo público también «hacen un esfuerzo» para construir algunas viviendas de promoción pública. Entonces lo más frecuente es que suceda lo que narra esta «afortunada».
Las viviendas de protección de Sariego, una vergüenza
LA NUEVA ESPAÑA – 23-11-2003
Hace más de dos años la Consejería de Bienestar Social y Vivienda acuerda con el Ayuntamiento de Sariego construir trece viviendas de promoción pública, cuya obra se adjudica a la constructora Cabual, S. A. A principios de 2008 se abre el plazo para presentar las solicitudes para optar a una de esas viviendas y el 21 de julio de ese mismo año se realiza el sorteo de las éstas. Por aquel entonces, las casas iban bastante avanzadas y se preveía que nos las entregaran para enero de 2009 (más o menos para el día de Reyes).
De las trece viviendas, nueve son adjudicadas a jóvenes menores de 35 años, situación que le viene fenomenal a Sariego, un concejo afectado por el exilio de los jóvenes, que no se pueden permitir construir una vivienda propia o que prefieren comprarla en el municipio donde trabajan.
Con la alegría de las adjudicaciones, muchos de nosotros empezamos a mirar muebles, cortinas, comprar la vajilla, esas cosillas que se hacen con la ilusión de tu nueva casa. Pero cuál es nuestra sorpresa cuando al poco tiempo del sorteo, la obra se detiene, las subcontratas dejan de trabajar y, además, algunas de ellas se llevan material que ya habían puesto (por ejemplo, las puertas), debido a que la empresa constructora adjudicataria de las obras no les pagaba.
Desde entonces sólo hemos recibido una carta de la Consejería para informarnos y ésta no fue en noviembre, ni diciembre del año pasado, sino que nos la enviaron en mayo o junio de este año, me imagino que hartos de las múltiples llamadas recibidas en el departamento de Vivienda del Principado. Respecto a estas llamadas, puedo decir que, personalmente, siempre me trataron con educación, pero con el mismo respeto nos engañaron dándonos largas. En la última llamada que realicé, allá por el mes de marzo de este año, me dicen que en unos días empezarían las obras de nuevo. Claro, unos días podía ser una semana o varios meses, como así fue. Por lo demás, la información que nos llega es de manera extraoficial.
A finales de agosto se vuelve a apreciar movimiento por la obra, parece ser que la situación está controlada y que los problemas se van solucionando; ahora nos dicen que para diciembre de este año nos las entregan. Afirmación que pongo seriamente en duda, porque sí, trabajar parece ser que están trabajando, pero a un ritmo vergonzoso, pues apenas se observa avance ninguno en tres meses y las malas hierbas que han crecido alrededor de las viviendas sobrepasan ya el metro de altura.
Sabemos que han pintado, puesto radiadores para la calefacción y las placas solares (esto, insisto, ¡les ha llevado tres meses!). Y yo me pregunto, sin tener ni idea de construcción, ¿cómo se puede pintar una casa por dentro e instalar la calefacción sin tener las viviendas cerradas, ya que muchas de ellas no tienen ni puertas ni cristales en las ventanas? ¿En qué condiciones estarán estas casas cuando nos las entreguen (si es que algún día nos las entregan) con todo lo que ha llovido el invierno pasado y lo que lloverá hasta que les pongan las puertas y ventanas?
Mi situación personal no hace que me corra prisa tener la vivienda a mi disposición, ya que aún soy joven y me puedo permitir el lujo de seguir viviendo en casa de mi padre, pero hay adjudicatarios que no viven la misma situación que yo. Hay familias con hijos, pagando un alquiler o viviendo en una situación temporal que tenían previsto resolver hace casi un año.
Por eso, con esta carta quiero denunciar la situación que vivimos los adjudicatarios de las viviendas de protección oficial de Sariego, a fin de que alguien se mueva para solucionar esta situación de una vez por todas.
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